Recuerdo que en uno de los tantos partidos de fútbol a los que acompañé a mi abuelo, le escuché decir unas palabras que me llamaron la atención por la simpleza con la que eran mencionadas.
El sentimiento con el que eran expulsadas de la boca de mi antecesor aquellas frases, denotaban claramente la impaciencia y frustración acompañada de una mueca muy sincera en su rostro. –Ese jugador no corre nada, de seguro ya tiene firmado contrato y hay plata de por medio. Hoy no vamos a ganar-.
Les seré sincero al reconocer que en ese momento no llegué a comprender la acusación que habían propalado en contra de aquel jugador, que llevaba la camiseta número 10 en su espalda y que definitivamente no estaba en su mejor partido. Yo más bien imaginé que el sentimiento de derrota había llenado el corazón de mi abuelo, y que se trataba de alguna excusa que expresaba para encontrar abrigo. Pasaron muchos años para darme cuenta que me encontraba muy lejos de la realidad, y que Rubén Antonio había desgastado su vida en reconocer al mundo que lo rodeaba.
Hace una semana se viralizaron audios que comprometen al Presidente del Club Social y Deportivo Macará con tres jugadores del Club Deportivo El Nacional en un supuesto arreglo del partido jugado el pasado 1 de octubre. El fin de esta conversación era convencer a los tres miembros de la escuadra militar (dos de ellos no podían jugar) de tirar se para atrás y permitir que el cuadro celeste los derrote. Al final el partido terminó 2 – 2, el acuerdo se vino abajo y al no existir pago alguno los audios vieron la luz.
Tras varias entrevistas de lado y lado, en las que el dirigente busca mantener una postura de superhéroe al manifestar que buscaba, por sus propios medios, dar con el supuesto extorsionador y, de una vez por todas, salvar al futbol ecuatoriano.
Por el otro lado, el acusado destapó la olla de grillos mencionando que hay más “trabajos” realizados y que incluso esta actividad es realizada con normalidad por otras personas afines a la causa. Definitivamente el efecto de putrefacción avanza sin miedo alguno.
Actualmente el caso está en manos de la justicia. Hay una denuncia de por medio ante la fiscalía para investigar el caso. La federación ecuatoriana de fútbol decidió abrir un expediente con la finalidad de avanzar en las averiguaciones de los hechos.
Varias personalidades del deporte han hecho llegar oficios exigiendo transparencia y justicia. Al final todo resulta en mero trámite con la finalidad de hacer acto de presencia. Toda la formalidad que el acontecimiento necesitaba está sobre la mesa.
Los sucesos del pasado nos generan dudas alrededor de una investigación profunda e imparcial. Lamentablemente en nuestro país hemos llegado a normalizar la corrupción, y eso poco a poco va consumiendo a nuestra sociedad.
Somos un Estado en el que denunciar un acto ilegal tiene como consecuencia la represión y el hostigamiento.
Vivimos en un país en el que miembros de las fuerzas de control fácilmente unen lazos de cooperación con grupos identificados con el narcotráfico, sin ninguna dolencia de por medio, precautelando su «bienestar» económico y abandonado los principios de su cargo.
Habitamos un lugar en el que la impotencia por la seguridad familiar llevó a una turba a convertirse en todo aquello que buscan erradicar, manchando sus manos con sangre en pos de proteger la suya. Hoy son parte de lo que aborrecian.
Ocupamos un territorio en el cual los procesados vulneran los sistemas de vigilancia (grillete electrónico) con facilidad y cinismo, para luego emprender un viaje al extranjero, como si el acto en sí los eximiera de la responsabilidad de sus actos.
Somos un país en el que muchos roban por hambre, mientras otros roban por vivir mejor y acumular riqueza.
En la actualidad, desempeñar un cargo público es sinónimo de tener la oportunidad para desfalcar al Estado. En el que se hace política por y para sus intereses particulares y no para la mayoría de la población. En ese país estamos. Lo reconocemos y aceptamos.
Y usted seguramente se preguntará por qué diablos este tipo mezcla lo uno con lo otro. Estaba hablando de fútbol y ahora habla de estas otras cosas, de seguro ya está loco.
Lo que sucede mi querid@ amig@ es que la corrupción nos está ganando a todos, y la viveza criolla se ha convertido en un hecho transversal, es un parásito que está enquistado en todas las actividades cotidianas de nuestra vida, y si no hacemos algo por evitarlo nos terminará consumiendo.
Tan comúnes son los hechos citados en este artículo, que en algún momento, cuando menos se lo espere, puede acercarse algún extraño y hacerle la siguiente pregunta: ¿Cuánto cuestas, cuánto vales?
@LRcadena
Luis Rubén Cadena Beltrán
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